Después de haber pasado mucho tiempo tras las rejas, Carlos logra de nuevo su libertad y tiene una sola idea en su cabeza: conseguir un trabajo en el que gane mucho dinero, pero sin exigirse demasiado. Una ecuación perfecta, pero casi imposible. Después de haberlo discutido mucho con un excompañero de celda, llega a la conclusión de que el mejor empleo que se acerca a esa máxima es el de gobernador de Puerto Rico.